sábado, 16 de julio de 2011

"Novelita de amor y poco piano", José Ramón Ruisánchez

Un libro, entre muchas otras cosas, sirve como escape cuando todo está del asco. Lo he descubierto con muchas obras, pero ninguna me ha servido tanto en días malos como la primera novela de José Ramón Ruisánchez. Hay algo en la historia de Dodo que alegra al lector. Algo que le implanta una sonrisa agradable por cada línea leída.

Hay algo en Novelita de amor y poco piano que es como platicar con un nuevo amigo en el Corona.

Ese “algo” es el lenguaje, así de simple.

Dodo narra con total carencia de seriedad porque no quiere escribir otro libro aburridísimo (de esos que salen hasta por las coladeras). Haciendo malabares con las palabras, mezclando jerga con el léxico de un tipo culto de dieciocho años (porque a los dieciocho uno no sólo se siente culto, también se cree profundo) y, con más simpleza que sencillez, nos enteramos de cómo nuestro compañero de copas empezó y dejó de tocar el piano.

Así de simple la premisa. Tanto que permite al pseudointelectual muchacho un viaje por consultorios de tortura dental (¿mental?), la boda de su mejor amigo, Punta Maldonado, el círculo del infierno omitido por Dante, el paracaídas, la parte de Altazor que nadie entendió, su estancia (olorosa a pescado) en Guanajuato y su travesía por las bocas de ellas mientras está pensando Siempre pensando en Ella, la de los ojotes tan vagamente cafés como verdes.

Así de simple el viaje.

Y de esa misma forma me parece posible afirmarlo: hay dos tipos de novelistas en José Ramón Ruisánchez. Uno es el serio, el que, a veces innecesariamente, complejiza sus textos. Es el doctor Ruisánchez que se adivinaba en Remedios infalibles contra el hipo y que encuentra su desarrollo en Cómo dejé de ser vegetariana y Nada cruel. El otro es Joserra, el autor desenfadado de esta novelita que dio origen a Y por qué no tenemos otro perro y a El nombre del juego es Da Vinci. Ese es, en mi opinión, el Ruisánchez que brinda sonrisas en días que son necesarias y que, al mismo tiempo, construye una literatura de mayor fortaleza que la del buen doctor.

Así de simple.

Ruisánchez, José Ramón. Novelita de amor y poco piano. México: Océano, 1996

4 comentarios:

  1. Hola Desenterrador, leí esa novelita a mitad de mi carrera ya hace un poco más de diez años y, recuerdo la experiencia con cariño y algo de nostalgia.

    Me encantaba el sarcasmo de esos señalamientos sobre lo profundo que puede llegar a ser un joven de dieciocho años y con casi cien libros leidos. Ya que, efectivamente, ¿quién puede ser más profundo que alguien a esa edad y sin muchos quehaceres, con la crisis existencial de llegar a la adultez sin saber qué diablos hacer con la vida y, sobre todo, cómo hacer para conseguir a la chica deseada?

    Saludos. Me gusta tu blog.

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. hola buenas tardes, yo también he leído esta pequeña historia de Dodo y concuerdo que te saca muchas sonrisas. cuando lo leí por primera ves, me dieron unas irresistibles ganas de golpear al protagonista pero igual que tu lo sentí como un compañero(mas no de copas) xD el Autor marco en la historia una forma que yo nunca hubiera creído encontrar alguna vez.Pero aun asi este Dodo y su vida fue un desmadre de lo mas ocurrencial, por ello ame el libro, Se ha vuelto uno de mis adorados tesoros y me parece que como me lo tope fue extraño, pero agradezco que de alguna forma llegara a mis manos.

    Me arrime a comentar por primera vez(siempre me da pena por que se no soy muy buena con la ortografía, puntuación y etc x.x), se que a nadie le importa pero va xD tenia que decirlo. Gracias por este post xD y también me gusta tu blog.

    ResponderEliminar

    ResponderEliminar
  4. Hola, qué alegría re encontrar ese texto que leí en 97 como un "libro condensado" de Contenido, y efectivamente me sustrajo de un momento terrible. A la fecha recuerdo pasajes y me hace sonreír.

    ResponderEliminar