sábado, 9 de julio de 2011

"Letargo de bahía", Alberto Castillo

Armada en once capítulos, Letargo de bahía, primer libro de Alberto Castillo, ganó el Primer Premio  en  el certamen de Punto de Partida en el ya lejano 1992.

Esta breve novela narra el día en el que llega una carta a casa de Francisca y Pechy, hermanas que siguen viviendo juntos a pesar de ser mayores. La carta es para Francisca. La carta es de Aspiri, su único amor, el mismo que la abandonó yéndose a Belice.

Al final de cada capítulo, después de narrar algo sobre el día de la llegada de la carta, aparecen dos cartas escritas tiempo atrás de la narración principal. Ambas dirigidas a Aspiri. Una escrita por una muchacha que lo ama y descubre con él el sexo, pierde el pudor y derrama lágrimas (cosa que a Aspiri le da igual). La otra es escrita, nunca entregada, por el hermano menor de la muchacha, quien muestra un amor descomunal por el novio de su hermana.

Y hasta ahí la anécdota, que no es lo más importante. Lo que cuenta en la novela de Castillo es lo no dicho, lo que se va tejiendo sin palabras, lo ausente. Todo gira alrededor de la falta de Aspiri, una especie de Godot del que los personajes dependen y al que esperan en un letargo demente.

La virtud de Letargo de bahía sería mantenerse en el silencio, pero no lo hace. Ventila todo en las últimas páginas y eso es un problema porque el autor da todos los elementos para que el lector construya la confesión de cada secreto. La insistencia de mostrar el mecanismo revela todo lo que el texto ofrecía con su silenciosa construcción, haciéndola caer en el último tramo y una novela breve no puede darse ese lujo.


Castillo, Alberto. Letargo de bahía. México: Fondo Editorial Tierra Adentro, 1992

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