sábado, 28 de mayo de 2011

"Sho-shan y la Dama Oscura", Eve Gil

La globalización, palabra que escuchamos mucho estos días, ha llevado a todos los países rasgos culturales de todas partes del mundo y, entre otras, la literatura mexicana se los agradece. Una prueba notable de las ventajas del cruce multicultural, creo, se ve en Sho-shan y la Dama Oscura, la más reciente novela de Eve Gil.

La historia, contada desde los recuerdos de de Murasaki Fujita, nos narra un momento crucial de su pasado y que la llevó a convertirse en la famosa dibujante de manga que es ahora. Su padre (un reconocido médico), su hermana Lu (una pequeña con síndrome de Asperger y una fuerza oculta impresionante) y, sobre todo, su madre Dagmar (mujer “excéntrica”, narradora y con un pasado oculto en lo más profundo de su mente) son las principales piezas de una entrañable narración que retrata la interacción de la particular familia con el resto de la sociedad.

Ya muchos han hablado sobre el tema central del texto. Gente como BEF o Alberto Chimal han hecho notar en sus lecturas el eco que se escucha en el texto y que grita "tolerancia". La novela retrata una sociedad incapaz de aceptar lo que no es igual a la masa: los insultos que profieren contra Dagmar (Dama) cada que hace “alguna de sus locuras” o la pésima aproximación de los medios de comunicación hacia algo que no comprenden (raro, ¿no?) son pruebas tajantes de la hipocresía de la masa que se abandera con la blancura democrática, plural y tolerante…

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            Perdón, fui a vomitar.

Me gustaría, por último, resaltar la forma en que Gil separa lo real de lo imaginario. lo digo porque la linea que traza la autora es delgadísima, lo cual aporta mucho en la construcción de los acontecimientos de la novela y le ayuda a fluir favorablemente.

Sho-shan y la Dama Oscura es una novela rara en la literatura mexicana por el marco que da a un tema común entre lo que se escribe actualmente. Tiene un estilo ameno y la lectura entretiene a la vez que expone una historia bien pensada por parte de Eve Gil. Sus pretensiones no son mayores a eso y se nota. No es lo más destacable entre lo que se está escribiendo, cierto, pero no deja de ser una escala interesante y agradable. Esperemos a ver qué pasa en la segunda parte de la saga.


Gil, Eve. Sho-shan y la Dama Oscura. México: Suma de letras, 2009

viernes, 27 de mayo de 2011

"36 Toneladas", Iris García Cuevas

Hay muchas cosas que hacen al lector decidirse a empezar un libro. El autor, el género, la portada, la extensión, el precio, el tema, blablabla.

Una de esas cosas determinantes es la contraportada. Es triste encontrar alguna que demuestre ser escrita por alguien que no leyó el libro o que no supo leerlo. Por una de esas contraportadas, la lectura de 36 toneladas puede arruinarse.

Polifónica y ágil, la novela inicia cuando despiertas en un hospital sin recordar un carajo y el tipo de las gafas oscuras que no se te despega te dice un nombre, algo sobre un militar, dinero, droga... ah, sí, y que te van a matar. Más jodido no puedes estar. Partiendo de tu jodida condición, García Cuevas mete al lector a buscar su identidad y a resolver lo acontecido.

Aparte de la variación de narradores, uno de los aspectos más interesantes del texto es el cambio constante de tu nombre, desmemoriado. ¿Qué tan importante es cómo te llamas?, ¿qué tan profunda es la herida de un nombre cuando no lo recuerdas, cuando no lo relacionas contigo?, son las preguntas incrustadas en las líneas de la de Acapulco y que no dejan de formularse hasta la última página.

Hay algo en el libro que me evita disfrutarlo del todo. Es uno de los elementos por los que eliges leer una cosa sobre cualquier otra: el autor.

Me explico: Iris garcía tendría una buena entrada con esta novela si no hubiera hecho ya su "ingreso" al reino de las letras. Ojos que no ven, corazón desierto, su libro de cuentos, es de una potencia impactante, está bien escrito, bien trabajado, es uno de esos libros a los que hay que prestarles mucha atención. Tanta que, creo, opaca esta novela. El peso del corazón desierto excede las 36 toneladas novelescas de García. Ojo, no digo que sea mala, pero no es el mejor acercamiento a la obra de una de las plumas más prometedoras de la presente década.

García Cuevas, Iris. 36 Toneladas. México: Zeta Bolsillo, 2011.

jueves, 26 de mayo de 2011

"La vida triestina", David Miklos

Una forma de definir "La vida triestina": el peinado perfecto.

Cuando una amiga terminó de leerlo, me dijo que estaba lleno de referencias a tus otros libros. Gran problema, yo sólo he leído uno de los tres anteriores. Sabiendo que me perdería de mucho, empecé la lectura de esta no-bitácora/diario de viaje.

Debo admitir que hace poco conocí la escritura de Claudio Magris. Trieste me saltó de inmediato. Los primeros trazos de "La vida triestina" me dejaron pensando si David había pasado "A ciegas" por el "Danubio". No me extrañaría que la vieja y otras de las vidas dentro del texto se parecieran un poco al hombre que es la historia de todos los hombres.

Me asombra, y deleita, cómo Miklos siempre evita llegar. Creo que el fragmento de la mujer del bebedero que nunca tiene rostro es otra forma de definir el libro: nunca parece llegar a donde quiere llevarnos y eso es totalmente intencional y puede desesperar al lector.

Lo desespera hasta que entiende: no importa el destino, importa el viaje, las huellas ya recorridas una y otra vez por otros y por uno mismo en cada una de las "entradas" de esta no-bitácora.

Son esas huellas las que me permiten aventurar la primera "definición". No hay un solo elemento que no encaje. No sólo es en que un elemento de "Fuit" aparezca en "Miramare", sino que todos aparecen en todos lados, como si hubieras hecho una lista y no planearas cerrar ninguna de las partes sin tocar cada elemento de la lista. Ni un cabello fuera de lugar.

Y aún así nunca llegamos.

Porque, en si, no empezamos a movernos del todo. porque siempre va siendo hora
 de recorrer (y re-correr) la triestina vida.


Miklos, David. La vida triestina. México: Libros Magenta, 2010.

A manera de inicio

Antier, mi abuela perdió la voz.

Hace unos meses, traté de que escribiera el nombre de sus hijos. No entendía las letras, no sabía que "e" era "e" y que sonaba a "e".

Me alejé de ella aterrado. ¿Qué haré si un día no entiendo las letras?

Entonces me decidí, por fin, a abrir esta cosa. A lanzar una botella más al mar, con un contenido que a nadie le importará más que a mi ego.

Soy un pepenador de literatura mexicana contemporánea desde hace mucho tiempo. Soy un ávido lector de la misma.

Estos apuntes son sólo los escritos de alguien que gusta de hablar de lo que lee. Nada más. Es decir, no valen nada.

Son sólo recorridos por polvo de historias de un país en una época en específico, nada más.

Son sólo cadáveres sonrientes desenterrados por un lector.

Ya advertidos, bienvenidos sean.