jueves, 26 de mayo de 2011

"La vida triestina", David Miklos

Una forma de definir "La vida triestina": el peinado perfecto.

Cuando una amiga terminó de leerlo, me dijo que estaba lleno de referencias a tus otros libros. Gran problema, yo sólo he leído uno de los tres anteriores. Sabiendo que me perdería de mucho, empecé la lectura de esta no-bitácora/diario de viaje.

Debo admitir que hace poco conocí la escritura de Claudio Magris. Trieste me saltó de inmediato. Los primeros trazos de "La vida triestina" me dejaron pensando si David había pasado "A ciegas" por el "Danubio". No me extrañaría que la vieja y otras de las vidas dentro del texto se parecieran un poco al hombre que es la historia de todos los hombres.

Me asombra, y deleita, cómo Miklos siempre evita llegar. Creo que el fragmento de la mujer del bebedero que nunca tiene rostro es otra forma de definir el libro: nunca parece llegar a donde quiere llevarnos y eso es totalmente intencional y puede desesperar al lector.

Lo desespera hasta que entiende: no importa el destino, importa el viaje, las huellas ya recorridas una y otra vez por otros y por uno mismo en cada una de las "entradas" de esta no-bitácora.

Son esas huellas las que me permiten aventurar la primera "definición". No hay un solo elemento que no encaje. No sólo es en que un elemento de "Fuit" aparezca en "Miramare", sino que todos aparecen en todos lados, como si hubieras hecho una lista y no planearas cerrar ninguna de las partes sin tocar cada elemento de la lista. Ni un cabello fuera de lugar.

Y aún así nunca llegamos.

Porque, en si, no empezamos a movernos del todo. porque siempre va siendo hora
 de recorrer (y re-correr) la triestina vida.


Miklos, David. La vida triestina. México: Libros Magenta, 2010.

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